Con la emigración (La Hégira) (الهـِجْـرَة / 'al hiÿraä) de Mahoma en el año 622 ha nacido la era islámica y el inicio de la expansión musulmana, y ha terminado el periodo de ignorancia (جـَهـَالـَة / ÿahâlaä) que existía para los árabes hasta la llegada del Islam (إـسْـلاَم / Îslâm). Islam significa "entrega o sumisión a Dios" y musulmán (مُـسْـلِم / muslim) quiere decir "el que se somete a dios".
El Profeta Mahoma (الـنـَّـبـِيُّ مـُحـَمّــَد / 'an-nabîyu Muhammad) consigue unir a los árabes bajo una poderosa causa: conquistar el mundo y someterlo a la nueva fe religiosa. Los guerreros del desierto, impulsados por la devoción a Dios por una parte, y por los sustanciosos botines y los territorios fértiles por otra, se lanzan a la conquista fulgurante y cómoda de un mundo decadente y ruinoso que no puede presentarles mucha resistencia.
La primera fase de conquista la protagoniza el califa ªOmar ibn al-Jattab (634-644) en varios frentes. Ocupan Mesopotamia y acaban con el Imperio Persa y la Siria bizantina. Los sasánidas son sometidos en Irán, y después le llega el turno a Egipto, que deja de estar bajo la opresión de Bizancio. Le siguen las costas cirenaicas y abisinias, y más tarde invaden todo el Asia Menor hasta Tiflis, incluida Armenia. En el Mediterráneo ocupan Chipre, Rodas y las islas del mar Egeo.
La segunda fase fue impulsada por el califa ªAbd al-Malik (685-705) y empezó por ocupar varias ciudades del Jurasân, entre ellas Kabul y Samarcanda. Ocupan territorios bizantinos norteafricanos y cruzan e invaden la Península Ibérica. Se instalan en Córcega y Cerdeña, y en Sicilia. Y aquí acaba su expansión, ya que los siguientes intentos importantes terminaron siempre con derrotas: al intentar cruzar los Pirineos son derrotados por los galos, después de haber saqueado algunas poblaciones, y en Oriente Constantinopla resistió el asedio y detuvo su marcha.
El Imperio Musulmán llegó a alcanzar un área que medía unos 7.000 kilómetros de norte a sur y alrededor de 15.000 de este a oeste.
La muerte inesperada de Mahoma a mediados del 632 dejó a la Ûmmaä (comunidad islámica: اُمّـَة) sin ninguna ley de sucesión prevista, y se instaura el califato. Entre el 632 y el 661 reinaron cuatro califas, que murieron casi todos asesinados. Alrededor de una docena más de califas dirigen el Islam entre continuas intrigas, rebeliones y luchas, hasta que en el 750 es expulsada del poder y asesinada la dinastía omeya. Todas estas desavenencias y contiendas de los primeros tiempos no harían sino poner de manifiesto las continuas luchas intestinas del pueblo árabe, que a largo plazo harían imposible la unión real de todos los musulmanes en torno a un verdadero Imperio Islámico.
Thomas Carlyle expone un ejemplo que ilustra muy bien lo dicho anteriormente: "El fiero beduino acoge en su tienda al extraño, como a quien tiene derecho sobre todo lo que ella contiene; aunque éste sea su mayor enemigo, matará su potro para agasajarle, le asistirá con hospitalidad sagrada durante tres días, le dejará en camino seguro; -pero luego, según otra ley no menos sagrada, lo matará si puede."
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