Con el vocablo geográfico 'al-Ándalus (الأـنْدَلـُس / 'al Ândalus) designaron los musulmanes medievales a la Península Ibérica, que entonces era llamada por los latinos Spania e Hispania. El término al-Ándalus parece derivar del nombre de los vándalos (الأـنْدَلِـيش / 'al Ândalîx) que llamaron a la Bética Vandalicia en el s. VI cuando cruzaron los territorios cristianos hispánicos camino de África. También se ha especulado con que podría provenir de la palabra goda landahlauts "los que no tienen país".
La conquista de Hispania ocurrió a inicios del s. VIII, tras unas acciones veloces, osadas y sencillas, en las que no hallaron apenas oposición. Mûsâ ibn Nu.sayr, gobernador de Ifrîqiyâ (territorio que ocupaba el norte de África y el Magrib) envía en el 710 una pequeña expedición con apenas 500 hombres que se limitó al saqueo de algunas poblaciones. Viendo lo fácil que resultó la empresa, Mûsâ encargó al año siguiente la primera invasión a su lugarteniente .Tarîq ibn Ziyâd, que desembarcó con alrededor de 7000 hombres (beréberes casi todos) en lo que hoy es Gibraltar y luego se estableció en Algeciras (del arabe الجـَزِيرَةُ الخـَضْرَاء / 'al-ÿazîratu lja.drâ' que significa "la isla verde"). En el 712 se uniría el mismo Mûsâ con otros 18.000 musulmanes (árabes en su mayoría). En el año 716 ya estaba conquistada casi toda la Península. Es el momento de mayor amplitud territorial de al-Ándalus, ya que los intentos por extender el Islam hacia el norte mediante la guerra santa (جـِهَاد / ÿihâd) concluyeron practicamente tras la derrota sufrida en la batalla de Poitiers, en el año 732.
A partir de este instante, al-Ándalus fue perdiendo terreno, hasta desaparecer definitivamente tras la conquista del reino nazarí de Granada. Resumiendo, al-Ándalus es el nombre que usaron los cronistas árabes medievales para referirse al territorio ocupado por los musulmanes en la Península Ibérica, y cuya extensión fue variable durante su existencia. A principios del s. VIII ocupaba casi toda Spania, y entre los años 1232-1492 sólo se aplicó al reino de Granada (غـَرْـنـَاطـَة / Garnâ.taä). Hay quien también incluye a Sicilia. A la Iberia cristiana los árabes la llamaban a veces Hispania (إسْْبَاـنْيَا / Îsbâniyâ), pero solían nombrarla preferentemente con los nombres de los reinos cristianos dominantes en cada momento: León (لِـيوُن / Liyûn), Castilla (قـَـشْـتِـيلـَة / Qaxtîlaä), etc. En la actualidad llamamos al-Ándalus a las provincias andaluzas.
Durante las primeras décadas al-Ándalus constituyó el emirato de Córdoba (إمـَارَةُ قـُرْطـُبَة / Îmâratu Qur.tubaä) gobernado desde Damasco por la dinastía Omeya, que fue aniquilada en el año 750 y sustituida por la ªabbâsîy. La destronación de esta dinastía provocó un acontecimiento crucial para nuestra historia: la llegada a al-Ándalus en el año 755 del príncipe marwâní ªabderrahmán (عـَبْد الرَّحْمَان بن مُعـَاوِيَة / ªabd arrahmân ibn Muªâwiyaä) único superviviente de la dinastía omeya, que tras una victoria militar en las puertas de Córdoba, se proclamó emir (أمِـير / Âmîr) de al-Ándalus y desligó las tierras andalusíes del poder central de Bagdâd. En el 929 ªabderrahmán III convierte el emirato en califato (خـِلاَـفـَة / jilâfaä) que acabaría en el 1031 con la expulsión de Córdoba del califa (خـَلـِيفـَة / jalîfaä) Hixâm III.
Tras el derrumbe del califato surgieron pequeños estados llamados reinos de taifas. Éstos, incapaces de mantener la unidad y hacer frente a los cristianos, pidieron ayuda a los almorávides africanos, que desde el 1086 en adelante destronaron a los incapaces reyes de taifas y ejercieron el poder desde África. A partir de 1146 esta dinastía africana fue suplantada en todas sus posesiones por otra, la almohade, que perdería el poder en al-Ándalus a partir del 1230, dando origen en su descomposición al último reino andalusí, el na.srîy de Granada, desaparecido al fin en 1492.
Los siete siglos de existencia de al-Ándalus supusieron una época de magnificencia sin igual, un oasis de luz y de sabiduría que irradiaría más adelante hacia todo el Occidente cristiano, que recibiría con avidez las contribuciones del nuevo modelo social surgido en al-Ándalus, las traduciría a una lengua más familiar y las integraría en sus propias culturas, olvidando más tarde el origen de todo el progreso que supuso la asimilación del conocimiento trasvasado.
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